La gran conquista de nuestro país en toda su historia, la Constitución de 1978, se produjo hace más de treinta años. Nuestro voto puede adquirir mil formas. Puede ser de ilusión, útil, estratégico, o una muestra de respeto a quienes lucharon por conseguir que votar fuera un derecho. No “podemos” dividir el voto de la izquierda, ni olvidar los SMS presidenciales de “aguanta Bárcenas”. Cuando eso pasa, siempre ganan los “ciudadanos” que nunca cambian nada. De ahí la fuerza y el poder que tiene un voto, el tuyo.
Pertenezco a esa generación que nació y creció en la era analógica y asistió, en plena juventud, al nacimiento de la era digital. Hoy hemos avanzado y nuestras inquietudes se han consolidado para trabajar descaradamente por conformar una red de redes joven y con vocación de querer cambiar el rumbo de las cosas. Haber vivido el proceso de integración europea nos llena de orgullo y confianza para poder iniciar un verdadero proceso de integración iberoamericana que consiga transformar la incertidumbre en prosperidad.